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Miércoles, 12 de marzo de 2025
Las motivaciones para cometer suicidio en el ser humano siguen siendo las mismas que hace 4000
años.
Acabar o escapar de un sufrimiento psíquico insoportable, terminar con el padecimiento de una
enfermedad terminal, dejar de sentirse una carga para los demás, expiar una culpa, sentir vergüenza
o sentirse injustamente tratado, acabar con un estado de desesperanza, la fantasía de querer reunirse
con un ser querido fallecido, huir de la soledad o alienación social, suicidarse por pasión o considerar
que la vida ya no tiene sentido, han sido argumentos esgrimidos por el hombre para morir de forma
voluntaria.
El conocimiento de la dimensión histórica del suicidio contribuye a la comprensión holística de este
fenómeno sumamente complejo. Contamos con cuarenta siglos de historia del suicidio, pero sólo en
los dos últimos siglos y medio, ha sido la medicina quien ha reclamado para sí su estudio.
Es por esto,
por lo que los profesionales no debemos caer en un reduccionismo biomédico como paradigma
explicativo de este fenómeno. Otras disciplinas como la filosofía, la ética, la sociología, el
evolucionismo, la antropología, las artes, la literatura, los medios de comunicación y por supuesto la
historia, que complementan nuestro conocimiento.