Guía para afectados por el suicidio.
En el año 2010 se publicaron datos donde se puso de manifiesto que en 2008, el suicidio en España fue la primera causa de muerte violenta, superando a los accidentes de tráfico. Desde entonces el suicidio sigue siendo la primera causa de muerte violenta. Pero a diferencia de lo que ocurre con los accidentes, no se percibe una reacción por parte de la sociedad hacia el suicidio, posiblemente debido a que el conocimiento no se ha divulgado convenientemente y de forma objetiva, siguiendo vigentes muchos mitos o creencias erróneas sobre el mismo.
La muerte de un familiar o allegado es una de las situaciones más estresantes por las que puede pasar una persona. Pero cuando esta muerte se produce a causa de un suicidio, suele hacerse todavía más complicada, causando un dolor intenso y prolongado que será diferente y único en cada persona que lo sufre.
El suicidio es una de las tres principales causas de mortalidad en todo el mundo y provoca más de un millón de fallecimientos cada año. En el 90% de estos casos la persona sufría algún tipo de enfermedad mental(1). Estudios recientes concluyen que la prevención del suicidio es posible. Sin embargo, a pesar de la relevancia de estos datos, la mayor parte de los países carecen de estrategias específicas para abordar esta situación.
El objetivo que perseguimos con esta Guía es proporcionar información veraz y objetiva sobre la conducta suicida, ayudar a identificar cuáles son las señales de alerta y proponer distintas habilidades de afrontamiento validadas para su pronta identificación y prevención.
En mayo del 2013, la 66.ª Asamblea Mundial de la Salud adoptó el primer Plan de acción sobre salud mental de la historia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La prevención del suicidio forma parte integrante de este plan, que se propone reducir un 10%, para el 2020, la tasa de suicidio en los países (1). No hay una explicación única de por qué se suicidan las personas. Muchos suicidios se cometen impulsivamente y, en tales circunstancias, el acceso fácil a medios tales como plaguicidas o armas de fuego pueden marcar la diferencia entre la vida o la muerte de una persona.
«Los muertos son invisibles, pero los familiares lo somos aún más», claman Eva y Agustín tras perder a su hijo de 17 años. Francisco y Joaquín intentaron suicidarse con pastillas: «Nos dejaron de hablar la familia y los amigos. El estigma te marca y aísla»